Hermanos y Hermanas en Cristo,
Deseo expresar mi gratitud y mi preocupación en tiempos de crisis por la labor humanitaria católica. Los obispos de Estados Unidos estamos muy agradecidos con Catholic Relief Services, Caridades Católicas y la Sociedad de San Vicente de Paúl por encarnar el amor de Cristo a través de su servicio a los pobres y des-pla-zados. Sin embargo, los recientes recortes a la fi-nan-cia-ción del gobierno esta-douni-dense para el re-asenta-miento de refugiados, y la ayuda humanitaria han amenazado estos esfuerzos, provocando despidos y reducción de servicios. Además, hemos presenciado esta erosión de la confianza no solo en las decisiones sobre ayuda internacional, sino también aquí en Estados Unidos. Las recientes redadas migratorias han con-mocionado a muchas familias, no porque ocultaran irregularidades, sino porque las medidas de seguridad se llevaron a cabo de una manera que provocó miedo y ansiedad entre los inmigrantes comunes y trabajadores: nuestros vecinos, nuestros feligreses, nuestros amigos. Si bien los gobiernos tienen derecho a aplicar las leyes, deben hacerlo con humanidad y prudencia. Nunca es necesario infundir miedo para garantizar el orden. La paz que estamos llamados a construir no puede reconciliarse con tácticas que siembran división y temor en nuestras comunidades.
En el Evangelio, escuchamos que Jesús saluda a sus discípulos con un saludo cordial, diciéndoles: “La paz sea con ustedes”, y eso es precisamente lo que pedimos al Señor, nuestro Dios . . . Paz para nuestra nación y paz para el mundo entero. Recordemos que Cristo envía a sus seguidores al mundo no con recursos sino con la paz y el Espíritu Santo.
Ahora más que nunca, la Iglesia debe solidari-zarse con los que sufren, ofreciendo un amor único y redentor, no solo servicios sociales.
Debemos, todos juntos, las personas de fe y de buena voluntad:
- Renovar nuestra identidad como Cuerpo de Cristo.
- Reconstruir nuestra sociedad con liderazgo local y de base.
- Defender la dignidad de cada ser humano con valentía y en todas las plataformas.
- Estar presentes con los necesitados.
Hermanos y hermanas, este es el momento en que la Iglesia debe seguir adelante con valentía y esperanza, sostenida por la paz de Cristo y el poder de la Cruz.
¡Que Dios los bendiga!