Con su ministerio en Laurel Park, sacerdote quiere oler no a ovejas, pero a ‘caballos’

LAUREL – Como lo hace cada mes, el 10 de abril, el Padre Héctor Mateus-Ariza juntó a un pequeño grupo de voluntarios para celebrar una Misa para los trabajadores en el Hipódromo de Laurel Park. Unos cuantos trabajadores se presentaron; sabían que esta era su oportunidad de asistir a Misa y recibir la comunión antes de la Semana Santa y el Domingo de Resurrección.

El padre Mateus-Ariza, párroco de la parroquia la Resurrección de Nuestro Señor en Laurel, tiene una comunidad que es pequeña, vibrante y culturalmente diversa. Él aprovecha todas las oportunidades para atraer a la gente a su parroquia, y cuando alguien en el hipódromo lo invitó a visitar a los obreros, el sacerdote inmediatamente aprovechó la oportunidad.

“El Papa dice que tengamos olor a oveja, pero yo quiero tener olor a caballo”, dijo el padre Mateus-Ariza con una sonrisa, refiriéndose al llamado del papa Francisco a los sacerdotes a evangelizar caminando entre su rebaño. “Una de las razones por las que me gusta el papa es exactamente por eso, porque se trata de salir y estar con la gente”.

En esta visita, Jesús Aguirre, un paseador de caballos que nunca se pierde las Misas, ayudó a organizar el altar en uno de los salones para los obreros. Jesús le comentó al padre que su hermano había fallecido y que el funeral tuvo lugar ese mismo día en su natal Michoacán, México. El sacerdote ofreció la Misa por el hermano de Jesús y dijo algunas palabras reconfortantes durante la homilía.

“Me deja mucha paz y tranquilidad. Me ayuda mucho”, dijo Aguirre en español sobre la Misa y el ministerio. Añadió que reza por su familia en México y trabaja arduamente para ayudar a sus padres ancianos.

Desde febrero del 2018, el padre Mateus-Ariza y unos seis voluntarios han llevado a los trabajadores del hipódromo una Misa mensual, confesión, y oportunidades semanales para adoración, oración y comunión. Los grupos son pequeños y en un buen día pueden asistir hasta 15 trabajadores. Luis Larios, un voluntario, está a cargo de las visitas semanales.

“Hemos visto las necesidades de aquellos que carecen de Dios en sus vidas”, dijo Larios. “Los motivamos para dedicar tiempo a Dios, no sólo para trabajar”, agregó.

“Con Luis viniendo y sentándose a conversar, siento que algunas de las personas de la iglesia de la Resurrección están creando una conexión y están hablando con la gente, y están compartiendo historias sobre sus ciudades natales”, dijo Sue LaCourse, voluntaria por 10 años para la organización Racetrack Chaplaincy of America o Capellanía de Hipódromos de EE.UU.

Alrededor de 250 trabajadores viven en la propiedad cuidando de los caballos, dijo LaCourse. Ella contactó al padre Mateus-Ariza al ver las muchas necesidades espirituales y emocionales de los obreros. Ella dijo que muchos de ellos son trabajadores temporales provenientes de México y otros países. Algunos luchan con problemas como la soledad y el aislamiento, ya que están lejos de sus familias y muchos no están familiarizados con el idioma y la comunidad que los rodea.

“Tener un grupo de personas que comparten la misma fe es muy importante”, añadió LaCourse. “Aquí hay muchos problemas que la gente tiene, por lo que poder venir aquí y estar en una comunidad de fe fuerte es muy estabilizador para las personas que viven aquí.”

A través de su organización, LaCourse también ha organizado visitas semanales de una iglesia bautista cercana.

Los trabajadores que eligen viviendas sin pago de alquiler viven en instalaciones que han estado bajo escrutinio público después de que el delegado estatal de Baltimore, Nick Mosby, recientemente solicitó una inspección debido a condiciones deplorables tales como techos agrietados, cables expuestos, calefacción y aire acondicionado deficientes, y zonas de baño inadecuadas. El grupo Stronach, dueño del sitio, dijo en un comunicado que esperaba corregir los problemas señalados y que se espera que un nuevo establo con 115 dormitorios se complete este año.

El padre Mateus-Ariza dijo que muchos trabajadores eligen las opciones menos costosas y viven con muchas limitaciones para poder enviar más dinero y ayudar a sus familias en sus países de origen.

Juan, otro mexicano que también labora como paseador de caballos, y que prefirió compartir sólo su nombre, creció como un católico practicante, pero en su vida adulta se distanció de la fe hasta hace unos dos años, cuando la vida lo trajo de vuelta a creer.

“He regresado a mi religión por cosas que me sucedieron en la vida. A veces uno ni siquiera busca la palabra de Dios y viene a ti, y te ayuda y te sorprende, y eso es lo que me pasó “, dijo.

Él aprecia el grupo de la parroquia de la Resurrección que le ayuda a mantenerse conectado con su fe.

Entre los voluntarios, Fátima Delgado, de 20 años, es una estudiante universitaria que en esta ocasión tocó la guitarra y cantó en la Misa junto a otros.

“A veces la Misa se siente más animada cuando hay algo de música, así que trato de traer mi guitarra y cantar algunas canciones con las que la comunidad puede participar, especialmente las viejas canciones que la gente puede recordar y puede traerles un poco de esos recuerdos caseros”, dijo Delgado.

Después de la Misa, el grupo compartió la cena y la oportunidad de conocerse más mientras degustaban tortas mexicanas y sándwiches de milanesa.

Mientras tanto el Padre Mateus-Ariza ya está planeando su próxima visita durante la temporada de Pascua. Él quiere que sea una celebración de la resurrección de Cristo.